En
el palacio del País de las Letras había un jardín que siempre estaba lleno de flores,
especialmente en primavera, que era cuando mostraban sus mejores colores, deseosas
de saludar al cielo, al Sol, a los pájaros. En cambio, durante el invierno,
como la nieve lo cubría todo, las flores, que son muy perezosas y huyen del
frió, se quedaban arropadas
debajo de la tierra.
Entre
las flores hay violetas, tulipanes y también jjjjjacintos y jjjjjazmines que
son los preferidos de nuestro jardinero, porque su nombre empieza igual que
habla el señor J.
El
señor J es jardinero porque le encantan las flores y porque su forma de hablar
es jjjj... jjj... jjj, como si tuviésemos una espina clavada en la garganta.
¡Qué bien!, si nos hacemos sus amigos algún día nos regalará un ramo de rosas,
claveles o lilas, que son algunas de las flores que hay en el jjjjjjardín.
El
jardinero J cuida las flores con mucho cariño y por eso están tan bonitas.
Para
que no pasen sed las riega poco a poco, y para que no tengan hambre, les da
abono que es su comida favorita. Cuando hace frío, el jardinero J las guarda en
el invernadero, que es una habitación con muchos cristales por donde entra la
luz y el sol.
Allí
las plantas están calentitas. Cuando hace demasiado calor coloca unos toldos
para que no se pongan mustias.
El
señor J trabaja mucho para mantener bonito el jardín. Tiene que remover la tierra
para que esté blanda y fresca; pedir a las hormigas que dejen en paz a las plantas
y se vayan al bosque, y cuidar de que los mosquitos, las moscas y las cucarachas
no las estropeen. También hay que limpiar las flores, quitarles las hojas secas
y arrancar las malas hierbas que crecen entre ellas y las deja sin comida. Los gigantes,
como les daba mucha rabia que en el País de las Letras hubiese un jardín tan bonito,
ponían, en el aire frío que mandaban con sus bocas, semillas de hierbas malas y
plantas venenosas para perjudicar a las flores. Vosotros tenéis que tener
cuidado de no morder hojas ni plantas, no vaya a ser que alguna sea venenosa.
El
jardinero J quiere mucho a la princesa I , a la princesa O y al príncipe E, pero
procura vigilarlos porque a veces con sus juegos lo estropean todo y le dan
mucho trabajo. Acaban poniéndole nervioso. Sobre todo el príncipe E, que le
corta las rosas o sube a los árboles. Se deja caer en cualquier sitio o se
esconde detrás de las mangas de riego y las enchufa y lo pone todo perdido de
agua, tanto que si las flores pudieran hablar, dirían: ¡ Socorro, que me ahogo!
Pasa
mucho rato charlando con los príncipes y contándoles viejas historias. Todos se
sientan en el suelo y el señor J empieza a contar: “Érase una vez..”
Algunas
veces los reyes bajan al jardín y se unen a la conversación. Las demás letras
también acuden a charlar y todos le felicitan por lo bonito que está el jardín.
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