LENGUAJE

domingo, 1 de febrero de 2015

LETRA T.

LA DOCTORA T
La médica más importante del hospital del País de las Letras, es la doctora T.

En la mano siempre lleva un tttttermómetro y no para un momento, porque todos los que se ponen enfermos quieren que los cure la doctora T. Cuando la visitan los niños, los recibe sentada y con los brazos abiertos para darles un abrazo.
Los niños cogen el tttttttermómetro de caramelo que les da la simpática y cariñosa doctora T para que se lo pongan en la boca y sepan cuánta fiebre tienen. De ese modo se van tan contentos, deseando volver a visitarla.
En la sala de espera tiene también, ttttebeos, un ttttelevisor, tttttartas de manzana o chocolate, por si tenían hambre y no habían llevado merienda, tttubos vacíos, para que jugasen a los médicos y no se aburriesen. Y tttijeras para recortas papeles de colores.
Esta doctora recetaba jarabe de fresa, de limón, de chocolate, de vainilla, y cuando se lo bebían, no sabía a jarabe, sino a batido de fresa, de limón, de vainilla…
¡Qué buena idea!, ¿verdad?
Un día la princesa I se puso enferma. Como no mejoraba y no dejaba de toser, sus papás llamaron a la consulta de la doctora T, como hacen papá y mamá cuando vosotros estáis enfermos. Cuando la princesa I se enteró se puso a llorar, no quería ir porque decía que la doctora T siempre le decía que comiera más y que tenía que tomar mucho ttttomate porque tiene muchas vitaminas, y aunque no le gustara se lo tenía que comer.
Al llegar a la consulta y ver la mesa llena ttttebeos, se puso a mirarlos y se tranquilizó. Además, su hermana, la princesa O, que quiso acompañarla para estar a su lado, le contó la historia de un niño tan pequeño como un garbanzo. La princesa I se olvidó del motivo de la visita. Pero cuando la doctora T la hizo pasar a consulta comenzó a llorar de nuevo: iiiii..., iiiii.
La doctora le preguntó con cariño por qué no quería visitarla y, cuando ella se lo contó, la doctora T se dirigió a un armario y sacó un hermoso ttttomate. Lo cortó con cuidado y lo colocó en un plato. Después le echó un poquito de sal y lo roció con aceite de oliva. Al principio la princesa I se resistió un poco, al final probó el tomate que la doctora le
había preparado y su boca se llenó de un delicioso sabor y le pareció que el tomate con sal y aceite estaba muy rico.
“La doctora T tiene soluciones para todo”, pensó la reina A. Desde entonces la princesita I y la doctora se hicieron muy buenas amigas.
 
 
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