Una vez hubo un incendio en el País
de las Letras y se quemaron muchos árboles y algunas casas. Costó un enorme
esfuerzo apagarlo, porque había que sacar el agua de un pozo o cogerla del río
y después llevarla en cubos. Aunque todos acudieron a apagar el fuego no lo
habrían conseguido si no llega a ser porque empezó una gran tormenta con un
fuerte chaparrón. ¡Qué alegría cuando empezó a llover! Los niños y las niñas,
para que siguiese lloviendo, cantaban la canción de la lluvia que todos
conocemos. La reina y el rey estaban muy preocupados pensando lo que podría
pasar si había otro incendio y la lluvia no llegaba. Se quedarían sin nada. Así
que comenzaron a pensar en posibles soluciones. Los reyes llamaron a la
periodista K y le dijeron:
-
Queremos que visites varios países y hagas un reportaje explicando qué hacen
sus habitantes cuando
tienen un incendio. En cuanto lo averigües, vuelve rápidamente a contárnoslo.
Así lo hizo y al cabo de algún tiempo volvió con varias ideas. Cuando se las
fue contando a los reyes, éstos se pusieron muy contentos porque vieron que
eran realmente buenas.
-
Señores -dijo la K-, hay un país donde no dejan encender fuego en el bosque. En
otro no dejan fumar, porque la gente, al tirar los cigarrillos encendidos,
pueden provocar un fuego. En otro prohíben tirar cristales rotos en el campo,
porque el sol los calienta mucho y sus reflejo puede hacer que las cosas
cercanas prendan como si fueran cerillas. En otro no dejan tirar las basuras,
porque también se incendian con facilidad. Y hay uno, que es el que más me ha
gustado, que tiene unas personas muy preparadas para apagar los incendios. No
sacan el agua de los pozos ni los ríos. Abren un grifo, enchufan una manguera
larga, larga y por allí llega el agua hasta el lugar del incendio. Además
tienen unas escaleras altísimas para salvar a la gente que se ha quedado dentro
de una casa incendiada.
-
Nosotros vamos a tomar todas esas medidas de precaución al mismo tiempo –
dijeron la reina ye l
rey.
Los
reyes mandaron una carta a todos los súbditos prohibiendo hacer fuego, tirar
cristales, basuras
y papeles, jugar con el fuego niñas y niños,… y el que no lo cumpliese tendría
que pagar una multa.
Preguntaron
quién quería ser bombero, y un señor muy alto, el más alto de todos, fue
elegido jefe de
los bomberos. Este señor era F, a quién luego, como lo hacía tan bien y apagaba
todos los incendios, le llamaron el señor del Fuego. Decían que el fuego le
obedecía y que, en cuanto lo veía, se marchaba corriendo o se apagaba, temeroso
de la ducha fría que le enviaba el señor F. El señor F es un buen amigo del
jardinero J, pues gracias a él tiene dominado el fuego dentro de una estufa, y
cuando hace frío, sus plantas y flores están calentitas y no se mueren ni
enferman.

Cuando
se dieron cuenta de que los príncipes estaban dentro, el señor F no se lo
pensó, se mojó mucho,
le pidió al jardinero que le siguiera echando agua. Cogió una manta bien mojada
para envolver a los
niños y saltó dentro del fuego. Por fin consiguió rescatarlos.
La
gente acudió al ver el incendio y ayudaron a apagarlo, los reyes abrazaron a
sus hijos y no les dijeron nada porque estaban asustadísimos. Cuando se
calmaron hablaron de lo que había pasado y prometieron
no volver a jugar con fuego ni acercarse a la cocina, donde se guisa la comida.
Acordaos de
esta aventura y nunca hagáis lo que hemos dicho que puede causar un incendio.
JUEGOS:
JUEGO 1 JUEGO 2 JUEGO 3
FICHAS:
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